Parece que ya perdí por completo la cuenta de los días. Fue hace 913 o 944, ¿a dónde rayos me fui el último mes? Esta disonancia constante ya solo sabe cómo a pronosticar tiempos de lluvia en mi vida, de esa que no te empapa, que casi no sientes y que no te basta para salir corriendo o para esperar a que caiga un beso. Ya no sé cuántas películas tristes llevo desde que dejé de lamentarme o llorar, total que ya nada me es tan trágico como aquella sonrisa que no volví a sentir en mis labios cuando te veía siendo cualquier excusa y respuesta. Cuántos insomnios me has provocado desde que deje de pensar en ti. Vaya disturbio cada jodido párrafo en los libros que antes amaba y que hoy ya me parecen solo momentos de esos que terminan y no alcanzas a recordar sin inhalar ´a lo poético’ el polvo que ahora guardan y que poco a poco te mata. Cuántas canciones me ha reproducido este silencio que me invento cada mañana antes de salir de casa. En que estación, te solté la mano sin darme cuenta. No es algo como decir, solo fui y te perdí de vista, era diferente, porque tú siempre estabas ahí sin estar. Pero yo no me baje del tren y hoy me descubro en medio de esta tan severa distancia que ya ni si quiera me permite verte en mis sueños. Que telescopio u observatorio me permitirá ver de nuevo al pasado con claridad, para explicarle a la voz en mi cabeza que la otra mitad de nuestra historia es aquello que no alcanzamos a leer porque ni si quiera tuvimos la oportunidad de cambiar la página. Todos mis otoños son del color de tus ojos. A veces pareciera que tomo una siesta y no me despierto del todo. ¿Es sentirse incompleto o vacío? No, ya lo creo. Estoy repleto de tanto, he crecido en todas las direcciones y aspectos, y aun así no explico esta ausencia en mí mismo. No sé cuántas maletas he hecho ya en esta clase de días, para terminar, quedándome tirado en el sofá, esperando que vinieses, de madrugada, y me dijeses que es hora de ir a otra playa. Vaya manía la mía, esta de no encontrarte y sin embargo sentirte tan presente en cada cosa que ya no hago. Sigo en medio del circo emocional, de las letras y mis fantasmas con cada una de tus iniciales, sangrando todo tipo de esperanzas, ya lo ves. A veces cierro los ojos. A veces miro las estrellas, son como eras tú, cuando estabas: brillan entre tanta oscuridad, a pesar de mi gris, a pesar de mi atmosfera. Y es eso, que, aunque sé que existen los finales, porque diablos el nuestro tenía que llegar tan pronto. Me abrazo las rodillas con fuerza, es la única forma; la única; que tengo de sentir que sigo siendo de carne y hueso, porque algunas noches me siento más bien como si fuese el humo que sale de tu húmeda boca al fumar. Hay demasiadas colillas amontonadas, y sin apagar, en el cenicero. Estoy tan ausente del juicio, que a voy a la tienda compro lo mismo de hace 3 años… regreso y enciendo un cigarro y solamente lo dejo ahí consumirse. Simulo tu esencia. Detesto ese olor. Esta es mi manera de recordar lo único que no me gustaba de ti. Pero cada vez que las miro pienso: “Esto es todo lo que nos queda”. Cenizas. Algo se ha quemado, creo que he sido yo, o una pequeña, pero muy importante parte. Creo que es demasiado tarde para llegar a tiempo, a cualquier parte, y es que hace mucho que sólo deseo llegar a tus brazos. Ya no puedo llorar. Ya no recuerdo cómo era eso de no querer salir corriendo. Salir corriendo, pero de mí. De mí… Ahora sólo escribo, que es la única forma que tengo de regresar y volver al camino. Pero sé que aun quedará alguien que sepa entenderlo; Alguien que le encuentre el sentido; o solamente alguien que aunque me pese, sé que no serás tu y ojala que nadie vuelva a ser tu. En mis letras.
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