Nunca nos ha interesado ser como el resto de las personas ni tampoco lo que ellos pensaran o fuesen capaz de romper a nuestro alrededor. Aun así, ella y yo teníamos un mundo en el que no era sencillo ser y mantener aquello que realmente éramos. Si les tuviera que explicar la dinámica que componía cada escenario de nuestros días, simplemente nunca nos salía sobrando nada, ni el cariño, ni los vacíos, ni el amor, ni las dudas, ni tampoco las diferencias... jamás dejamos que las llamas del circo tocaran nuestro jardín. Afuera había gente intentando ser héroes y villanos, entre olas de multitud y gritos que nunca poseen el mismo sentir ni el sentido. Otros más afortunados y apasionados habitaban ahí, completamente fuera de toda realidad en pleno romeo y julieta sin detenerse a pensar que estaban construyendo toda una tragedia. Lo que quiero decir, es que no nos importaba en lo más mínimo lo que digieran las noticias o en lo que las personas de nuestra edad invirtieran su tiempo y aliento. No éramos como ellos, no íbamos a perder el poco tiempo que teníamos en un mundo que marcha hacia el caos desde el principio de todo. Ella era una chica apasionada, pero yo hablo de aquel tipo de pasión que te hace construir y crear cosas, y no solamente intensificar algo o hacer ruido, sin generar ningún tipo de cambio en tu realidad más absoluta. Todo el tiempo decíamos lo mismo, que tontos son, ellos mismos ahí en masa cortándose las alas unos a otros. Sin aprender a vivir de la forma correcta, sin pensar por sí mismos solo repitiendo una y otra vez lo mismo de siempre. Y vaya que no hay peor tristeza que aquella que te enseñas a disimular o esconder. Definitivamente no encajábamos en muchos lugares. Y tampoco nos importaba. Teníamos un lugar al que si pertenecíamos y era ese pequeño espacio que a diario nos inventábamos y donde la gente no podía encontrarnos. En la más cuerda locura… Vaya que esa chica es todo un desastre. El más bonito de todos. Inteligente, fatal, severa, amiga y complemento. La única cosa que me queda claro. Es que no necesito tanto. Yo no necesito de casi nada, para darle un sentido a mis días, mientras alguien así, aun este aquí frente a mi, en medio de mis letras, o en alguno de mis trazos, para hacerme sentir que sigo vivo y, sobre todo. Que sigo siendo el mismo chico raro y extraño de siempre.
